lunes, 16 de noviembre de 2020

Sex Doll, Meretriz Artificial: Lujuria y Vicio Contra la Naturaleza

Sex Doll, Meretriz Artificial: Lujuria

 y Vicio Contra la Naturaleza

 

 


 

       Desde hace cuarentenas de años el cielo ha anunciado que la mayoría de los hombres se condenan por los pecados de la carne: lujuria, en todas sus manifestaciones. De los vicios solitarios, además del Onanismo o Masturbación, muchos pecadores han tomado otro vicio aún más aberrante: el uso de mujeres sintéticas para darse placer. Usamos el término anterior porque los fabricantes de tales mujeres artificiales las han ido mejorando. Estos son los elementos de Satanás para arrastrar más almas al infierno de los condenados:

  • Usan moldes de mujeres hermosas reales para que las formas femeninas sean perfectas.

  • Algunas formas las magnifican para que los usuarios se sientan subyugados.

  • Tales mujeres de artificio se pueden colocar en todas las posiciones que el pecador deseé. Toda perversión es practicada.

  • Han incorporado nuevos materiales como el silicón y polímeros térmicos para que las formas sean más suaves, tibias y agradables al tacto.

  • Incorporan las nuevas tecnologías de voz y datos e inteligencia artificial para que los usuarios platiquen con esas mujeres artificiales, etcétera.





      Oigamos ahora la opinión acertada de algunos santos y místicos católicos sobre el tema:



San Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia, el vicio contra la naturaleza:



      Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Parte dos, sección 2, Virtudes teológicas: Templanza, página 154. las especies de lujuria, articulo 11 y 12: Como dijimos ya antes (artículo 6 y 9), existe una determinada especie de lujuria en la que hay una razón de torpeza que hace que el acto venéreo sea malo. Esto puede darse bajo un doble aspecto. En primer lugar, porque choca contra la recta razón, como sucede en todo vicio de lujuria. En segundo lugar, porque se opone también al mismo orden natural del acto venéreo apropiado a la especie humana, y entonces se llama vicio contra la naturaleza. Esto puede suceder de varios modos. Primero, si se procura la polución sin coito carnal, por puro placer, lo cual constituye el pecado de inmundicia, al que suele llamarse molicie. En segundo lugar, si se realiza el coito con una cosa de distinta especie, lo cual se llama bestialidad. En tercer lugar, si se realiza el coito con el sexo no debido, sea de varón con varón o de mujer con mujer, como dice el Apóstol en la Primera Carta a los Romanos , versículos 26 y 27, y que se llama vicio sodomítico. En cuarto lugar, cuando no se observa el modo natural de realizar el coito, sea porque se hace con un instrumento no debido o porque se emplean otras formas bestiales y monstruosas antinaturales.



      El lujurioso no busca la generación humana, sino el placer venéreo, que puede experimentarse sin realizar actos de los cuales se sigue la generación. Y esto es lo que se busca en el vicio contra la naturaleza.



      Así, pues, dado que en los vicios contra la naturaleza el hombre obra contra lo que la misma naturaleza ha establecido sobre el uso del placer venéreo, sigúese que un pecado en tal materia es gravísimo.



      Extrapolando, el vicio contra la naturaleza que menciona San Tomás de Aquino, al hacer uso de una mujer artificial sucede lo siguiente:

  • Es una polución o masturbación estéril al evitarse el nacimiento de la prole por no buscar la unión con una mujer fértil de carne y hueso.

  • Es un pecado de inmundicia o molicie al derramar la semilla por puro placer solitariamente aunque el individuo tenga fantasías con la mujer artificial.

  • No es un modo natural de realizar el coito al haber una vagina artificial.

  • Usando todos los orificios realizan otras perversiones.





Del Padre Don Bernard Marie Marechaux: Ángeles y Demonios, La Acción Demoníaca:



      Los demonios buscan por todos los medios enturbiar nuestra imaginación, de descomponer nuestra sensibilidad, de excitar esas tormentas interiores donde zozobra, con la fe, toda moralidad.


      Los demonios son tan numerosos que prácticamente se encuentran en todo lugar de la tierra y en todo tipo de situaciones: en las cosas más mundanas y en los ejercicios más santos. Se inmiscuyen en todo y con todo tipo de personas para tentarnos. Como son espíritus invisibles lo penetran todo y llegan a todo lugar sin que pueda hacerse algo para detenerlos físicamente porque son espíritus puros. Esos espíritus malignos actúan en la imaginación de las personas y les despiertan las pasiones para perderles.



Santa Hildegarda Von Bingen


      Santa Hildegarda de Bingen nos dice de su Visión: "El vicio de la Lujuria y la virtud de la Castidad". El vicio de la Lujuria piensa en cumplir completamente las exigencias de la carne, para no estar rabiosa, fraudulenta, retorcida y envuelta en la inquietud. Hace todo lo que esta permitido porque así es la naturaleza y no encuentra motivos para abstenerse, no se niega las cualidades de una vida alegre y un espíritu brillante. Siempre se entretiene con la impudicia y yace en el lecho atrayendo la deshonra de la impudicia. El vicio de la Lujuria creció cuando Adán y Eva prestaron oídos a la serpiente y fueron desobedientes a Dios. En cambio la virtud de la castidad se cuida de todo lo anterior que corresponde al vicio, de su boca no salen palabras que enseñan la inmoralidad lúbrica, todas sus obras están benditas por Dios. Es honesta y pudorosa llevando una vida agradable.


      Las almas que esclavizaron su cuerpo con lujuria y fornicación sufren grandes penas en el infierno, con fuego y azufre son atormentados.





De la carta de San Pablo a los Gálatas: capítulo 5, versículos 19 al 21



      Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios.

 

 


 



San Alfonso María de Ligorio: “Los Malos Hábitos”


      “La misma costumbre de pecar –dice San Agustín– no deja ver al pecador el mal que hace”. De suerte que viven como si no creyesen que existen Dios, la gloria, el infierno y la eternidad.


      Además, los malos hábitos endurecen el corazón, permitiéndolo Dios justamente como castigo de la resistencia que se opone a sus llamamientos. Dice el Apóstol (Romanos, capítulo 9, versículo 18) que el Señor “tiene misericordia de quien quiere, y al que quiere, endurece”. San Agustín explica este texto, diciendo que Dios no endurece de un modo inmediato el corazón del que peca habitualmente, sino que le priva de la gracia como pena de la ingratitud y obstinación con que rechazó la que antes le había concedido; y en tal estado el corazón del pecador se endurece como si fuera de piedra.


      De suerte que ni las muertes repentinas, ni los terremotos, truenos y rayos, lograrán atemorizarlos y hacerles volver en sí; antes les conciliarán el sueño de la muerte, en que, perdidos, reposan. El mal hábito destruye poco a poco los remordimientos de conciencia, de tal modo, que, a los que habitualmente pecan, los más enormes pecados les parecen nada. Pierden, pecando, como dice San Jerónimo, hasta ese cierto rubor que el pecado lleva naturalmente consigo.

 

 

 

San Alfonso María de Ligorio: “La Eternidad del Infierno”


 

     En la vida del infierno, la muerte es lo que más se desea. Buscarán los hombres la muerte, y no la hallarán. Desearán morir, y la muerte huirá de ellos (Apocalipsis, capítulo 9, versículo 6). Por lo cual exclama San Jerónimo: “¡Oh muerte, cuán grata serías a los mismos para quienes fuiste tan amarga!”.


      De suerte, dice San Gregorio, que el réprobo muere continuamente, sin morir jamás.

     Cuando a un hombre le mata el dolor, le compadecen las gentes. Mas el condenado no tendrá quién le compadezca. Estará siempre muriendo de angustia, y nadie le compadecerá…


      Los réprobos desearían recabar de Dios que les acrecentaran en extremo la intensidad de sus penas, y que las dilatase cuanto quisiera, con tal que les pusiese fin, por remoto que fuese. Pero ese término y límite no existen ni existirán. La voz de la divina justicia sólo repite en el infierno las palabras siempre, jamás.





      Pues los condenados, exclama San Cirilo de Alejandría, gritan en la cárcel del infierno, pero nadie acude a librarlos, ni nadie los compadece nunca.


      ¡Ah Señor! Ilumina a tantos ciegos que cuando se les insta para que no se condenen, responden: “Dejadnos. Si vamos al infierno, ¿qué le hemos de hacer? ¡Paciencia!...”


      ¡Oh Dios mío!, no tienen paciencia para soportar a veces las molestias del calor o del frío, ni sufrir un leve golpe, ¿y la tendrán después para padecer las llamas de un mar de fuego, los tormentos diabólicos, el abandono absoluto de Dios y de todos, por toda la eternidad?



San Alfonso María de Ligorio: “Importancia de la salvación”


      Persuadámonos, pues, de que la salud y felicidad eterna es para nosotros el negocio más importante, el negocio único, el negocio irreparable si nos engañamos en él.


      Es, sin disputa, el negocio más importante. Porque es el de mayor consecuencia, puesto que se trata del alma, y perdiéndose el alma, todo se pierde. “Debemos estimar el alma –dice San Juan Crisóstomo– como el más precioso de todos los bienes”. Y para conocerlo, bástenos saber que Dios entregó a su propio Hijo a la muerte para salvar nuestras almas (Juan, capítulo 3, versículo 16). El Verbo Eterno no vaciló en comprarlas con su propia Sangre (Colosenses, capítulo 1, versículo 20).





Destino eterno del que peca contra la naturaleza al hacer uso de mujeres artificiales






      Como ya se ha mencionado en base a las revelaciones y opiniones de santos y místicos católicos, el pecador que hace uso de mujeres artificiales peca de lujuria y peca contra la naturaleza. Por sus pecados, su destino es el infierno eterno de los condenados. Ahí será atormentado en las partes de su cuerpo con las que más pecó; principalmente será golpeado con lanzas en las partes íntimas por los demonios. Será sumergido sin cesar en los pantanos de fuego y lava por los demonios. Todo su cuerpo será abrazado por las llamas eternas del infierno. Odiará a todos y a todo: a Dios, el lugar en donde está, a los demás condenados, a los perversos demonios. Si se topa con otro condenado pelearán como perros rabiosos. Será atormentado por su conciencia por no haber evitado tantas ocasiones de pecado y por no arrepentirse a tiempo en vida. El mayor tormento en el infierno es la pérdida de Dios, los demás suplicios por sus pecados son secundarios.





      Para ver el video, dar clic en la siguiente imagen:

 

 VIDEO:


 

 

 

 

 



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